Aún sigo pensando en esa frasesita que me dijiste hoy. La forma en como lo hiciste, como me dejaste sin palabras, sin saber qué sentir. No sabía si molestarme, o alegrarme porque lo hiciste. Por lo menos me hablaste, te tragaste tu orgullo y lo hiciste, te disculpaste, me diste aunque fuera una mínima explicación, aunque me dejaste igual o más confundida que antes.
Aún pienso si estoy enamorada de ti. Por pequeños momentos siento que sí, pero luego lo pienso bien y me doy cuenta que no. No sé qué hacer contigo, eres como esos juguetes viejos con los que pasaste muchos momentos especiales, pero que ya no juegas con ellos y no sabes si botarlos o dejarlos ahí. No me malinterpretes, para mí tú no eres un juguete, y tampoco te puedo botar, es en sentido figurado, por supuesto. Por el contrario, a veces sentía que tu juguete era yo, que me manipulabas y me ilusionabas como querías, que incluso lo hacías inconscientemente.
De lo único que sí estoy segura es que el tiempo soluciona las cosas. Tarde o temprano terminaremos teniendo esa esperada e incómoda conversación. O quedaremos así como estamos, lo que es una pena, porque a pesar de todo, te quiero, como el mejor amigo que eres.
Estoy segura de lo que diré en ese momento. Pero aunque lo practique mil veces y me lo aprenda de memoria, sé que se me olvidará todo, pero igual no me voy a quedar callada, tengo mucho que decir. No soy la que tiene que pedir perdón. No soy la que se equivocó.
Jai.
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