mayo 16, 2014

*inserte título interesante*

Cuando encuentro el blog de alguien que logra pasar sus ideas a escrito sin sonar demasiado forzado, es cuando me provoca volver a escribir. Cada cierto tiempo me viene la inspiración de la nada y siento que si publico una entrada diariamente aquí, mi blog puede llegar a ser tan famoso como esos que sigo. Pero luego me doy cuenta que a mi no se me da tan fácil eso y que hasta para un simple tweet o un mensaje de texto se me enrreda todo y no hallo cómo expresar lo que en mi mente no está precisamente en palabras. Ahí es cuando viene mi terquedad a relucir y vuelvo a abrir blogger, con la esperanza de que mi cerebro mueva mis dedos correctamente en el teclado de tal manera que no me parezca estúpido lo que escribí y le pueda dar al botón de "publicar". 

Uno de mis mayores problemas es pensar demasiado las cosas. Me cuesta tomar decisiones y he caído en el triste juego de pensar qué dirán los demás. Que si digo algo mal se burlarán de mí, que ¿y si nadie me lee? ¿Si a nadie le interesa lo que tenga para decir? La cosa es que todo eso es mentira, o por lo menos no debería importarme. Mi otra personalidad le grita a la insegura que deje la tontería y haga lo que le de felicidad ¿Qué importan los demás? ¿Acaso alguien es perfecto? No. Pero la inseguridad sigue ahí, y no se va a ir si yo no hago nada al respecto. Si me pongo a pensar en el pasado, esa inseguridad antes era muchísimo más grande que ahora, y eso es un avance. 

Aqui es cuando volvemos al tema principal, que es lo único que tengo en mente ahorita y si no sigo hablando de eso voy a perder la idea y esto va a terminar siendo una entrada motivacional y no de desahogo. Como sea, los blogs que me inspiran a hacer lo que quiera sin tanto perfeccionismo, en su mayoría, no tienen nisiquiera un comentario en ninguna entrada, y yo, que puedo ser una lectora recurrente, en mi vida he comentado alguna entrada, o le he dicho al autor que qué fino su blog que siga escribiendo. Entonces, tal vez, como yo, hay muchas personas que leen "secretamente" mi blog, mis tweets y piensan "coye tiene razón, qué bien escribe", y que cada vez que publico algo es como "ay mira publicó algo más, qué chevere" pero que nunca se les ha pasado por su mente comentar algo o si acaso seguir mi blog porque ya se saben el link de memoria. Tal vez eso no pase y nadie lea mi blog, nunca sabré la respuesta, pero, otra vez ¿Qué importa?

Este punto de vista lo podemos pasar a la vida real. Alguna vez se han preguntado a cuántas personas ven diariamente y piensan que sería finísimo pasar un tiempo con ellas, pero no se atreven a hablarles porque sería muy creepy y quedarían como unos acosadores? Exacto. Así como ustedes (nosotros) pueden haber otras personas que están pendiente de nosotros, pero ojo, no en el sentido de investigarnos las vida cual secuestradores y que deberíamos tener miedo cada vez que salgamos a la calle, no, ese no es mi punto. 

El punto es que a veces nos sentimos demasiado insignificantes, como que a nadie le importamos, cosa que no es cierta; y otras veces nos sentimos como si todo el mundo anduviera pendiente de nosotros, de cómo nos vestimos, de cómo caminamos, de cómo hablamos, y eso tampoco es cierto. Somos completamente normales, pero a la vez únicos y especiales. El problema es que, por alguna extraña razón, desde adentro no se siente así. Es algo tan complicado, tan efímero y abstracto, que entender que cada quien tiene un gusto, una opinión, un punto de vista, es algo que es muy difícil de comprender. 

A veces siento que ser una persona es como manejar un carro, desde afuera se ve fácil, como en los juegos de computadora, es facilísimo manejar en carro si lo estás viendo desde arriba tipo Dios y logras ver todo lo que hay alrededor, el tamaño del carro, la forma en que tienes que mover las ruedas, cuándo frenar, etc. Pero cuando estás adentro no logras ver bien todo alrededor, las puertas se atraviesan, los espejos son muy pequeños, siempre hay un punto muerto que no ves, en fin, es medio complicado. Pero luego de un tiempo de práctica te acostumbras y logras, por lo menos, saber cuándo frenar, cómo estacionarlo, a qué distancia tienes que ir y otras cosas así (aunque hay personas que nunca aprenden). Entonces, debe llegar un punto en la vida en que te acostumbras, a ti, a tu vida, a tus posibilidades, y aprendes cuándo y cómo hacer las cosas, aunque nunca sea perfecto.

Ser humano no es algo fácil, para nada, pero por lo menos es interesante. 

Igualito me desvié del tema, pero escribí lo que pensé, lo que quise, sin pensar en si alguien lo va a leer o si a alguien le va a importar demasiado como para decirmelo. Y si llegaron a leer hasta aquí, es porque algo estoy haciendo bien. Se siente bien ser como eres. Voy a hacerlo más a menudo hasta acostumbrarme a mi misma, hasta aprender cómo manejar el carro desde adentro.

-Jai

febrero 28, 2014

Libertad.

Es extraño como funciona la vida actualmente
nos prohibimos hacer las cosas que queremos
y seguimos ciertas reglas tácitas de una
supuesta sociedad, de la cual somos parte,
para hacer lo "correcto". No hacemos ni decimos
lo que realmente queremos, por miedo a que
cierto grupo de personas, las cuales no tenemos
ni idea de quiénes exactamente, nos juzguen,
nos critiquen. Nos da miedo vestirnos de cierta
manera, la cual nos hace felices, nos gusta,
por miedo a que se nos queden mirando, sin
saber siquiera qué están pensando al vernos.

¿Cuándo fué la última vez que dijiste lo
primero que pensaste, que saliste con lo
primero que elegiste, que te peinaste como
te gusta?

Siempre he pensado que las personas más felices
son aquellas que hacen y son todo lo que quieren,
sin pensar en el "qué dirán los demás".

Y es triste... porque yo no soy así.

enero 20, 2014

"..."

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Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto. 

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