Siempre es lo mismo.

Sentir que no tienes a nadie en quién confiar, nadie que te entienda, que te guarde un secreto, que te ayude. Que todos los supuestos amigos que tenías ya no son iguales. Que piensas y piensas en quién contarle algo a alguien, pero no te sientes seguro de a quién contárselo. ¿Paranoia? Quizás. Miedo a que te vuelvan a fallar, a llorar de nuevo por alguien. No querer arriesgarte. Guardarte todo. Explotar por dentro de tantos pensamientos acumulados, de tantos problemas, dudas. Buscar en tu lista mental de amigos y no encontrar a nadie que sobresalga, que tenga un corazoncito al lado, que sea esa persona especial. Querer conocer más gente. Sentirte mal por no confiar en tus amigos, pero nuevamente tener miedo de que si lo haces salgas herido. No hacer nada. Es preferible no esperar nada de nadie, a veces no es buena idea arriesgarse demasiado y menos en cuanto a sentimientos se refiere. Callar. Fingir. Sufrir.